Emperador de Roma de Mary Beard
La historia cuenta que el emperador había escuchado con agrado a un coro de esclavos y que, en vez de darles dinero al final de la actuación, les entregó una ración de grano. Poco tiempo después, Augusto volvió a solicitar una actuación del mismo coro. «Lo siento, César —respondió el propietario—, están ocupados en el molino moliendo lo que les diste la última vez.»
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