La vacuna contra el hambre de Mario Crespo
Jamás seremos iguales, ni se abolirán las clases, ni los privilegios, jamás el ser humano desechará los sistemas jerárquicos basados en lo que uno posee, pero al menos -tampoco es tanto pedir- deberíamos aspirar a que los pobres, las víctimas y los que viven como esclavos, puedan disponer de una comida al día. Y eso depende en muchos casos de nosotros, de nuestras pequeñas acciones y gestos de compromiso que, gota a gota, riegan las tierras de la igualdad con un líquido llamado solidaridad.
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