Una casa sobre tus huesos de Marina Tena Tena
El llanto se parecía al viento y no podía distinguir nada claro. Sonaba como si alguien llorase con los labios cosidos. Era solo un lamento agudo que gemía por los cimientos de la casa. Decía mi nombre, de eso estaba segura, en un idioma más antiguo que las palabras. Me buscaba, me llamaba y calaba la piel con un frío que entraba hasta mis entrañas.
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