Una cura para el alma de Mariam Orazal
Era un persona formidable, aquella capaz de hacer a un lado su dignidad y su orgullo para ofrecer una disculpa al causante de su dolor. Una vez más, ella volvía a humillarlo con su grandeza y su sencillez, con su piedad. ¿Cómo podía pedirle que renunciase a ella mientras le demostraba continuamente que era la única mujer a la que podía amar?
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