Juana de Castilla de María Pilar Queralt del Hierro
La brisa marina le acariciaba el rostro y le recordaba el viento que despeinaba sus cabellos cuando cabalgaba por los amplios páramos de la meseta castellana. Le gustaba perderse entre los trigales y ver cómo las espigas improvisaban una delicada danza al son del viento que barría los cultivos o, en invierno, contemplar cómo las bandadas de estorninos creaban nubes de mil formas diferentes.
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