El día que la muerte se convirtió en colibrí de María Fernanda Carvajal Peña
Debo ser foránea para cruzar. Extraña a mí. Otra. No esta. No la de antes . Más fuerte. Debo ser quien intimide y no la intimidada. Tener control. Soltar solo lo necesario y guardar para la próxima. He cambiado. Cargo otros miedos, otras pesadillas, otros sueños, otras experiencias. Más adioses y menos gente. Estoy tan seca como la cáscara de un cacahuete. Necesito cruzar la puerta. Buscarme, recoger mis cenizas. Coser mi piel. Hallar una razón. |