El deseo de lo único: Teoría de la ficción de Marcel Schwob
El punto de partida moral del hombre es el egoísmo. Es el reflejo sentimental de la ley de la existencia por la cual el ser tiende a persistir en su ser. La perversidad moral (y entiendo la perversidad desde el punto de vista de la naturaleza) nace en el mismo momento en que el hombre concibe que existen otros seres semejantes a él y les sacrifica una parte de su yo. La flor dolorosa de esta perversidad es el placer del sacrificio. Y si el sacrificio se ha cumplido únicamente para él mismo esta perversidad es absoluta: pues el ser se anula en el objetivo positivo del placer, donde el hedonista se mataba para evitar la negación-dolor. Pero si el sacrificio se lleva a cabo teniendo en cuenta a los otros hombres, en beneficio de la masa, si el ser tiende a persistir en los otros seres, de la perversidad primera surgirá una moralidad más alta, superior a la misma naturaleza.
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