Combray de Marcel Proust
puede verme, con gran sorpresa de su parte, olvidado del paseo emprendido o del recorrido obligado, parado allí, delante del campanario, durante horas, inmóvil, tratando de recordar, sintiendo en el fondo de mí unas tierras reconquistadas al olvido que se desecan y se reconstruyen; y sin duda entonces, y con mayor ansiedad que hace un momento cuando le pedía que me informase, sigo buscando mi camino, doblo una calle... pero... es en mi corazón.
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