Malas influencias de Marc R. Soto
No era la hora de hablar de asesinatos, vengan zas, investigaciones y sospechosos, sino de dejar que las bocas hablaran otros idiomas más íntimos y privados; la hora de desnudarse el alma hasta que el alba despuntara tras las ventanas y los sorprendiera dormidos el uno sobre el otro en el sofá. |