La casa encendida de Luis Rosales
SIEMPRE MAÑANA Y NUNCA MAÑANAMOS Al día siguiente, -hoy- al llegar a mi casa -Altamirano, 34- era de noche, y ¿quién te cuida?, dime; no llovía; el cielo estaba limpio; -«Buenas noches, don Luis» -dice el sereno, y al mirar hacia arriba, vi iluminadas, obradoras, radiantes, estelares, las ventanas, -sí, todas las ventanas-, Gracias, Señor, la casa está encendida. |