La vida negociable de Luis Landero
A lo mejor es que me estoy curando del afán, pensé en algún momento, porque esa ha sido siempre mi enfermedad crónica, el deseo inagotable, la fiebre y el ansia de futuro, la ambición de querer excederme a mí mismo, y acaso sea verdad que contra ese mal de juventud no hay mejor medicina que los años. Con los años, uno se acomoda a lo que hay, negocia con uno mismo y con el mundo, porque, como bien decía mi padre, todo en la vida es negociable, ahora comienzo a comprenderlo, ahora que empiezo a vivir en el presente sin otra patria que el presente. Quién sabe, quizá aceptando mi fracaso, es decir, aceptándome, consiga, si no ser feliz, al menos un poco de sosiego y de paz.
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