Luis Buñuel
Después de Un chien andalou, imposible pensar en realizar una de esas películas que ya llamaban «comerciales». Yo quería seguir siendo surrealista a toda costa. Como me parecía imposible pedir otro financiamiento a mi madre, no veía solución y decidí renunciar al cine. No obstante, había imaginado una veintena de ideas, de gags -como la de una carreta llena de obreros atravesando un salón elegante, o un padre matando con una escopeta su propio hijo porque le había tirado la ceniza del cigarrillo- y los anotaba, por si acaso. Durante un viaje a España, se los conté a Dalí que se mostró muy interesado. Aquí había una película. ¿Cómo hacerla? |