Orlando furioso, tomo I de Ludovico Ariosto
Sale el viejo Proteo de su gruta al oír tal fragor, y al ver a Orlando saliendo de las fauces de la orca y sacando del agua a aquel engendro, escapa hacia alta mar abandonando su rebaño; tan grande fue el estrépito, que, unciendo los delfines a su carro, Neptuno a Etiopía escapa raudo |