Cuando te salve de Lorena Concepción
-¡Joder! -Se arrodilló frente a ellos y le puso las manos en las piernas-. No puedo dejar de pensar en ti, Colette. Estar cerca de ti sin poder tocarte es una agonía. Me muero por hacerte mía, por sentir cómo tiemblas cuando te doy placer, por ver esa sonrisa tuya que me da la vida. No deseo otra cosa que me mires con esos ojos de ángel y me hagas creer que soy merecedor de esa mirada. Así que no pienses ni por un segundo que no me gustas.
|