Apropiación indebida de Lena Andersson
Sin embargo, después de haber enviado el mensaje, se instaló un breve momento de triunfo. Tanto el acto de redactarlo como el hecho de que dirigía su rabia hacia él con golpes duros y bien formulados aliviaron el dolor durante unos instantes. E implicaba un contacto, alguna forma de encuentro humano que rompía el insoportable silencio. Él iba a leer el mensaje y pensaría en ella, y le contestaría.
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