Luna de agosto de Laura Kinsale
—Señor Duque —le susurró, y le acarició el brazo. Él gruñó, incapaz de articular palabra. —Señor Duque… —repitió un poco más alto—. Ya sé que no salgo mucho, pero, de verdad… —dijo en tono de admiración—. Creo que nunca he conocido a nadie como tú. Ransom se echó a reír. Rió hasta que la cama empezó a sacudirse, tanto que Merlin se irguió y empezó a intentar en vano ayudarlo, dándole golpecitos en la espalda y canturreándole “Ya pasó, ya pasó”, como si llorara más bien. |