La literatura fantástica suele navegar por diversos mares, algunos de oscuras aguas de profunda índole donde la embarcación narrativa toma rumbos subterráneos hacia extensiones extrañas de un mundo habitado por formas poco definidas. En esos espacios de rostros cambiantes están todos aquellos que arriesgan la razón por una pequeña dosis de limbo narrativo, que suele decir más de lo que aparenta, incluso sin la intensión del propio autor. Érase una vez una mujer que quería matar al bebé de su vecina (Atalanta, 2011), escrita por una poco conocida escritora rusa, Liudmila Petrushévskaia, es uno de estos barcos subterráneos que nos mueve por una constante atmósfera de lo extraño y de lo macabro nunca perdiendo su calidad literaria que es de primer nivel. Su prosa nos lleva desde el fondo a la superficie sin avisarnos, donde a veces la realidad se nos desvanece con el más mínimo Enlace: https://hambreliteraria.word.. |