Esa chica me vuelve loca de Kelly Quindlen
Es tan alucinante como el beso el Emporio, pero esta vez es solo nuestro. Me pone la mano en la mandíbula y me besa con intensidad, y yo me quedo sin aliento y sin gravedad; la cabeza me da vueltas por sentirla así de cerca: labios, lengua y dientes, su pelo, su piel y su perfume pero, sobre todo, su misma esencia, su fuego y sus defectos, y esa determinación férrea por mejorar siempre y a toda costa.
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