Mía de Katy Evans
—No me duele —dice con voz ronca. Después me acerca con la mano en mi culo y posa su mejilla contra la mía—. Tú llorando en mis putos brazos porque te he hecho daño. Eso sí duele. Tú… sin querer tocarme, sin mirarme como solo tú lo haces, con esos adorables ojos alegres. Eso duele. Me duele todo el puto cuerpo y ni una sola parte me duele tanto como el lugar en el que tú me has hecho daño.
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