El alma moderna y otros cuentos de Katherine Mansfield
Y las dos mujeres se quedaron de pie, una al lado de la otra, mirando el esbelto frutal. A pesar de estar tan quieto, parecía, al igual que la llama de una vela, que se estiraba, se hacía puntiagudo, se estremecía, crecía más y más mientras lo miraban, hasta prácticamente rozar el borde de la luna redonda y plateada.
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