Campos azules de Julia Soria
Fue en verano cuando mis padres vinieron a buscarla (abuela) para llevársela a vivir con ellos. La veo en ese viaje. Seguramente triste e inquieta y, sin embargo, sin rechistar. Mientras pueda, yo sigo aquí, insistía tozuda ante las constantes invitaciones de mamá para que se uniese al resto de la familia. Después de la muerte del abuelo, de eso hacía ya muchos años, y tras la ida de su hija mayor a Barcelona, se había negado rotundamente a abandonar su casa.
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