Más sabe el diablo de Juani Hernández
―En efecto, no estoy satisfecho ―alegó Dreel con sonrisa lobuna―, pero, si estás interesada… Entonces, la joven tiró con fuerza, soltándose al fin, y una vez consiguió liberar su mano, le propinó tal bofetada que seguramente ella se había hecho daño. Sin embargo, si fue así, no lo demostró. Lo fulminó con la mirada y se marchó a toda prisa para meterse en el restaurante. ―Maldita sea… ―farfulló él, golpeando con un puño el volante. Y un segundo después, echó la cabeza hacia atrás, rompiendo a reír con ganas. Joder. Y él que pensaba que no había nada en ese pueblo que pudiera sorprenderle… Aquella belleza morena lo había hecho. Lástima que no volviera a verla. |