José de Espronceda
Los años ¡ay! de la ilusión pasaron; Las dulces esperanzas que trajeron, con sus blancos ensueños se llevaron, y el porvenir de oscuridad vistieron; las rosas del amor se marchitaron, las flores en abrojos convirtieron, y de afán tanto y tan soñada gloria sólo quedó una tumba, una memoria |