La carta, la bruja y el anillo de John Bellairs
Rose Rita se apartó las manos de la cara. Se quitó las gafas y, sentada como estaba, miró a su madre, intentando enfocarla. —Sí que lo es, mamá. Es tan malo como lo pinto y más. ¡Es peor! Quería pasar el verano con Lewis y divertirme, pero resulta que se va a ese estúpido campamento de chicos. Se tirará allí hasta que empiece el curso, y yo me quedaré aquí en este muermo de ciudad sin nada que hacer ni nadie con quien divertirme. La señora Pottinger suspiró. |