Amar a Morgan de Janet Chapman
(…) Aunque no se lo reconocería a su madre por nada del mundo, a ella también le preocupaba estar convirtiéndose poco a poco en una de esas solteronas locas que viven solas con un gato. ¿Cuántas ranas más tendría que besar antes de encontrar a su príncipe? Lo más triste era que empezaba a considerarse afortunada porque las ranas quisieran darle un beso. |