La chica de al lado de Jack Ketchum
Ser «solo un crío» tomó un significado mucho más profundo, era como una amenaza ominosa que quizá habíamos sabido que estaba allí todo el tiempo, pero en la que nunca nos habíamos parado a pensar. Mierda, podían tirarnos al río si querían, solo éramos unos críos. Éramos una propiedad, les pertenecíamos a nuestros padres, en cuerpo y alma. Significaba que estábamos condenados ante cualquier peligro real proveniente del mundo de los adultos y eso implicaba desesperanza, humillación y rabia. |