Violeta de Isabel Allende
Pensar que cuando llegamos a este lugar, idílico con mi madre y mis tías lo a podamos El Destierro, así, con mayúscula. No fue un destierro, sino un refugio. Esta es la misma casa prefabricada que levantamos con mi hermano para reemplazar la de los Rivas cuando se vino abajo y se quemó en el terremoto de 1960. Ha durado desde entonces, solo he cambiado el coirón del techo cada cuatro años, que instale calefacción, porque en invierno se cuelan el frío y la humedad.
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