Violeta de Isabel Allende
Varias de esas mujeres bordaban, ingenuos tapices con pedacitos de diversas telas, cosido sobre una base de arpillera, representando la dureza de la vida, las prisiones, las colas ante los cuarteles y las ollas comunes. A Harald le parecieron extraordinarios y empezó mandarlos a Europa, donde se vendían bien y hasta se exponen en galerías y museos, como obras de arte de la resistencia. Como el dinero iba en su totalidad de las creadoras, se corrió la voz, y pronto habían centenares de mujeres bordando, arpilleras a lo largo y ancho del país. Pero por muchas telas que las autoridades confiscaran, siempre aparecían más; entonces el gobierno creó un programa para el fomento de arpilleras optimistas, con niños jugando a la ronda y campesinas con atados de flores en los brazos. Nadie las quiso
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