Te di ojos y miraste las tinieblas de Irene Solà
Los herrerillos piaban con tanta fuerza que se oían desde la casa. Cantaban, alborotados, porque la oscuridad se los había tragado, como se traga todas las cosas, y después los había escupido, como está obligada a escupir todas las cosas, que se levantan entumecidas mojadas.
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