Génie la loca de Inès Cagnati
Cuando cesaba de hablar, dejaba su labor. Alguna que otra vez me acariciaba las mejillas. Sus ojos claros aplacaban entonces los fantasmas. Otras noches callaba. Cuando fui lo bastante mayor, para que no sintiera más pena le decía: ━Un día nos iremos lejos, a tierras donde las viñas acarician el cielo, donde perdernos en los bosques de acacias en busca de ciclámenes salvajes. Ella nunca respondía. Yo sabía que no habría tierras donde las viñas crecieran hasta el firmamento, donde perdernos a la vera de los arroyos en busca de ciclámenes salvajes: solo quería consolarla. De niños no sabemos cómo hacerlo. |