El sitio de Ignacio Solares
Si es verdad que cada vicio tiene su demonio, el del alcoholismo se había entronizado en mis entrañas de modo tal que, cuanto más le otorgaba yo, más exigía él, despierto siempre y enderezando mis potencias a la de beber en todo tiempo y en cualquier lugar, alguna que otra ocasión en el confesionario mismo. Qué sabor tan peculiar tiene ahí el alcohol, le aseguro.
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