Luna nueva de Ian McDonald
Hay mucho que aprender. La Luna conoce mil formas de matarnos: esa es la primera regla y prevalece sobre cualquier otra. Hay formas de moverse, de interpretar signos y señales, de establecer comunicaciones o cortarlas, de analizar los datos del traje, y hay que entenderlas porque cualquier minucia que pasemos por alto puede cocernos, congelarnos, asfixiarnos o freírnos a radiación
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