Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
El éxito de Lucien como elegante fue el único verdadero triunfo que obtuvo, pero fue inmenso. La envidia desata tanto las lenguas como las hiela la admiración. Las mujeres enloquecieron por él, los hombres le denigraron y él pudo exclamar como el chansonnier: «¡Oh, traje mío, cuánto te doy las gracias!»
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