Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
No te censuro por haber intentado hacer revivir la noble familia en cuyo seno nací, pero, para tales empresas, es menester tener una fortuna y nobles sentimientos, y tú no posees ni lo uno ni lo otro. La confianza que teníamos puesta en ti se ha visto sustituida por la desconfianza
|