Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
¿Verdad, señor, que es usted lo bastante inteligente como para no caer en semejantes tonterías? ¡Ah!, ya verá como ese gordinflón no recibe más que el cuerpo mortal, que es usted el querido, el preferido, la divinidad a la que se entrega el alma
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