Otra verdad, la ) de Heather Graham
—Tendría toda la libertad del mundo para disfrutar de sus pasatiempos, señor Tremayne. A eso me refería. Podría hacer lo que le diera la gana sin que ninguna mujer se lo echara en cara, porque ya estaría casado. Tendría una esposa a la que no le debería nada, que no se interpondría en su camino, que le estaría agradecida y le haría la vida lo más agradable posible.
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