Choque de reyes de George R.R. Martin
Durante un largo rato no se oyó más sonido que el del viento, el agua y el crujir de las ramas y las hojas. Y entonces, lejos, muy lejos, más allá del bosque de dioses, de las torres hechizadas y de las inmensas murallas de piedra de Harrenhal, en algún lugar del mundo exterior, sonó el aullido largo y solitario de un lobo. A Arya se le puso la carne de gallina, y se sintió momentáneamente mareada. Y entonces, muy tenue, le pareció oír la voz de su padre. —Cuando cae la nieve y sopla el viento blanco, el lobo solitario muere, pero la manada sobrevive —dijo. |