Poesía castellana de Garcilaso de la Vega
¡Oh hado secutivo en mis dolores, cómo sentí tus leyes rigurosas! Cortase el árbol con manos dañosas y esparciste por tierra fruta y flores. En poco espacio yacen los amores, y toda la esperanza de mis cosas, tornados en cenizas desdeñosas y sordas a mis quejas y clamores. Las lágrimas que en esta sepultura se vierten hoy en día y se vertieron recibe, aunque sin fruto allá te sean, hasta que aquella eterna noche escura me cierre aquestos ojos que te vieron, dejándome con otros que te vean. |