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3.5 estrellas.
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Confieso que esperaba más de esta distopía porque tiene un comienzo excelente. A pesar de ello, me gustó más que The Time Must Have a Stop, una novela del mismo autor que leí este año y que probablemente mencione mucho durante la reseña. Les puse la misma calificación casi por los mismos motivos, así que no pude evitar compararlas. Pero esto es fundamentalmente sobre Un mundo feliz y hablaré más de este, como corresponde. A grandes rasgos que ampliaré después, la novela me pareció que tiene lo justo y lo necesario para ser considerada como una lectura imprescindible que “predice” nuestro presente pero que, en algún momento, se deforma y pierde fuerza hacia el final. No sentí el golpe de efecto y hasta creí que no podría haber terminado de otra forma, en cuanto al destino de X personaje. Los primeros capítulos nos introducen a un mundo que mide el tiempo a partir de Henry Ford, está dividido en castas cuyos miembros tienen la función en la sociedad predeterminada desde la concepción (en un frasco) y es visiblemente ateo. No hay enfermedades, no hay preocupaciones y ni siquiera se teme a la muerte. Entre esta gente hay un individuo llamado Bernard Marx que se cuestiona el orden existente (hasta donde le conviene) y será el puntapié inicial de un interesante y bizarro cambio de rumbo. No hay mucho secreto en las distopías: siempre hay alguien que trata de revolucionar a la sociedad dormida. En este caso las personas están dominadas por el “soma”, una píldora que las relaja y las vuelve felices. El secreto del éxito de esta novela está en que el mundo que describe es peligrosamente parecido al nuestro, en donde se desecha lo viejo para adquirir lo nuevo (el nuevo IPhone, la última tablet, el último libro, el último juego) y permanecer en estado de pasividad total. Lo que estoy diciendo no es ninguna novedad, si se permite el chiste. El consumo y la dependencia de una droga para sentirse medianamente con energía en medio de situaciones adversas son característicos de este mundo feliz. En el de Huxley, todo se arregla con “soma” y difícilmente una persona muestre la insatisfacción que le provoca el trabajo. Ni siquiera lo hacen los Épsilon, que están diseñados para hacer las tareas pesadas. Y luego está, por supuesto, lo efímero de las relaciones sentimentales, que aquí son fundamentalmente sexuales. Los hombres y las mujeres tienen amantes, no parejas estables. Así que no puedo criticar que sea considerada como una novela que reflejó el futuro. Está bastante acertado. Lo que me pareció casi inadmisible es el giro que da en la mitad para poner en contraste la civilización con la barbarie, ese binomio tan delicado como mentiroso. No cuestiono que Huxley lo haya hecho, sino la forma en que lo hizo. Introdujo bruscamente personajes que luego toman el protagonismo como si el lector los conociera desde el inicio y vuelve el libro un poco más oscuro, más allá de todas las bromas y de la ironía que hay en la totalidad de la novela (eso me gustó). La barbarie empieza a socavar esas conciencias porque despierta curiosidad. Después de reflexionarlo me di cuenta de que el viraje impactante (no en el buen sentido) lo usó también en “The Time…” y no tuvo mi mejor opinión. Algo que no pude obviar es la construcción de personajes para llevar adelante esta historia. Bernard Marx, Helmholtz Watson, el director, Henry Foster, Lenina y otros más son personajes recurrentes que suelen hacer escuchar su voz, a veces intercaladas (reforzando el sentido de la comunidad falsa, el “cada uno pertenece a todos los demás”) y otras veces con un toque individualista, sobre todo para las reflexiones. Bernard Marx, como ya comenté, es quien no comparte algunas premisas de la sociedad (no le gusta que a Lenina la vean como un pedazo de carne, por ejemplo, ya que en ese mundo las personas son sólo eso). No remueve demasiado las cosas, pero hace lo suficiente. Es un personaje extraño, difícilmente querible después de la mitad del libro, y consigue interesar a duras penas. Su amigo, el Ingeniero de Emociones, llega un poco más con su sensibilidad literaria (a pesar de que no conozca a Shakespeare) y me hubiese gustado que tenga más participación en el libro. Luego está Lenina, único personaje femenino medianamente importante en la trama y un desperdicio, al igual que las mujeres de “The Time…”. Sostengo que sus diálogos son deliberadamente cortos, repetitivos y superficiales y funciona como la observadora más pura del grupo: es la ciudadana perfecta, la que cumple con el adoctrinamiento a rajatabla. La parte final es un entrecruce de discursos sobre el Arte y la Verdad que explican filosóficamente qué sucede en esa sociedad tan infantil que toma todo a la ligera. Me hubiera gustado que eso se extendiera a toda la novela y no quedara reservada para un momento cúlmine. El inicio, por el contrario, es perfecto y los términos científicos no son tan pesados como se supone que siempre son para el lector que no está en el tema. Se dan las pautas técnicas de ese mundo y se construye hasta el capítulo de la debacle del texto. Y ahí empieza a llenarse de episodios innecesarios y poco interesantes. Queda decir que hay un buen trabajo en el contraste de las sociedades, ya que terminé pensando que se pueden rescatar cosas positivas de las dos. Creo que actualmente estamos balanceándonos entre el legado de Ford y la Reserva, viendo para qué lado caemos definitivamente. Pero mientras se está en la cuerda, se puede aprovechar el tiempo para leer Un mundo feliz. + Leer más |
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Una distopía clásica a la altura de 1984, a pesar de ser un estilo completamente distinto, que ha logrado sorprenderme sobre todo por su fuerte base científica (tanto biológica como psicológica). Nos encontramos en un mundo en el que los humanos son manipulados genéticamente desde su concepción, modificándolos en función del rol que van a tener en la sociedad. Erradicando en el proceso todas las posibles enfermedades, incluidas en ellas el envejecimiento, y haciendo múltiples copias de un mismo material genético para las categorías más bajas. Un mundo en el que no existen los padres, ni las madres, ni los lazos familiares pues son todos creados por gestación in vitro y la crianza se deja en manos de los expertos en condicionamiento mental. Una sociedad segmentada, en la que cada individuo tiene un rol y se ciñe a él durante toda su vida. Pues para él ha sido diseñado a nivel genético, y para él se le ha educado desde su nacimiento. Una sociedad con homogeneidad de pensamiento. Un mundo en el que, supuestamente, todo el mundo es feliz. Pero, ¿qué es la felicidad? ¿Es la felicidad la estabilidad? ¿Es el querer solo aquello que se puede tener y tener todo aquello que se quiere? ¿Van la belleza y la verdad en contra de la felicidad? Una novela que invita a la reflexión y de la que poco más se puede contar, pues la gracia de esta radica precisamente en el adentrarse en ella sabiendo cuanto menos, mejor. + Leer más |
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"Un mundo feliz" es la última de las distopías clásicas que me faltaba por leer. Y es muy diferente a las dos anteriores, creo que se ha convertido en mi favorita. Un mundo donde no hay opciones ni alternativas, pero la gente es feliz, y sino se toman unos gramos de soma para solucionarlo. El condicionamiento de la mente es la base de este mundo civilizado. Y me encanta como lo explican: la concepción en probetas, como se les estimula y condiciona desde que son células para que se conviertan en lo que la sociedad necesitará de ellos en el futuro. A lo largo de la novela, vamos a conocer todos los entresijos de esta espeluznante sociedad de mano de diferentes personajes. A través de sus ojos veremos como funciona este perfecto engranaje, donde nadie sufre, donde nadie está solo, donde todos son felices, porque se les ha condicionado para no desear nada que no puedan tener. Y es que la idea de la novela me parece maravillosa, sería una utopía poder vivir en una sociedad feliz, pero la historia que se cuenta aquí se aleja muchísimo de una utopía. En una reseña no se puede expresar todo lo que me ha hecho sentir este libro, así que solo os animo a que lo leáis. + Leer más |
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Una historia con reflexiones muy interesantes sobre la sociedad, sus éxitos, sus fracasos y el camino hacia la felicidad. ¿Es necesario recorrer el camino o podemos estar preconcebidos en la propia felicidad? Noventa años de este texto que sigue siendo futurista. Un enorme placer poder disfrutar de este prodigio de trama extraordinaria. |
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Un Mundo Feliz nos muestra cómo viviría la sociedad perfecta según el autor Aldous Huxley, y cómo fue que llegó a esa "estabilidad". En este "mundo feliz", la vida está completamente manipulada, desde el momento de la "concepción" (si es que puede llamarse así). La sociedad está dividida en "castas": Alfa, Beta, Gamma, Delta y Epsilon. (Siendo los Alfas los de mejor rango y los Epsilon los del más bajo.) Los humanos son "creados" en el Centro de Incubación y Acondicionamiento, en el que se reproducen óvulos fecundados (todo de manera mecánica) para crear miles de embriones en serie. Entonces, se podría decir que es una "fábrica de humanos". Después, al tener los embriones, de acuerdo a sus características, los clasificaban para elegir sus destino, es decir a qué casta pertenecería cada uno. Durante los meses de incubación, los embriones son tratados de acuerdo a las capacidades que se necesitan en cada casta. Al crecer, los humanos, desde niños, son preparados para vivir de acuerdo a su casta. Al crecer, las personas ya se encuentran adecuadas para trabajar con compañeros de su misma casta y así vive "felices". En esta sociedad perfecta, cada uno tiene un lugar y una razón de ser para completar y hacer que el engranaje funcione a la perfección. En esta sociedad perfecta futurista no existen las familias, no hay religiones, no hay sentimientos ni pensamiento individual, pero tampoco hay sufrimiento ni enfermedades y hay muchos avances tecnológicos; todos están a gusto, todos son "felices", nadie se queja, después de todo desde siempre fueron "criados" de que así es como deben vivir. Nadie, excepto Bernard Marx, un Alfa-Más, que empieza a preguntarse el por qué de las cosas, comienza a ver más allá y a sentirse "diferente" al resto de sus compañeros. Un día a Bernard se le da la oportunidad de visitar la "reserva", un lugar no civilizado en el que los "salvajes" (así se les llama a los habitantes de la reserva) viven como vivían las personas del pasado, viven en casas con sus familias, tienen creencias religiosas y creen en los valores pero también tienen pobreza, enfermedades y viven con muchísimas carencias. Bernard tiene la idea de llevarse a John, un salvaje, a la civilización y es aquí donde empieza el "shock cultural" con la comparaciones al ver cómo viven ambos en sociedades/costumbres totalmente opuestas. En mi opinión, la premisa es muy buena pero considero que fue decayendo a través de los capítulos. En sí, el libro es bueno y creo que vale la pena leerlo por ser considerado un clásico del género distópico y de la ciencia ficción. Pero, personalmente, no me dejó mucho, como pensé que lo haría. Igual, fue interesante leerlo. Enlace: https://vidasecretadefangirl.. + Leer más |
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La dicotomía Huxley-Orwell dominará la historia de la literatura. Es extremadamente fascinante ver como estos dos autores debaten a través de sus textos el futuro de la humanidad. Concretamente, Huxley ofrece una alternativa basada en la felicidad, drogas, sexualidad liberada y diferenciación de clases. Considero que es más díficil mostrar las consecuencias negativas del "mundo feliz" que propone Huxley, pues se debe profundizar más acerca de los resultados que se consiguen al tener a hombres felices creados en un laboratorio trabajando cómodamente en sus puestos de trabajo. Supongo que es otra manera de deshumanizarnos y, en ese sentido, veo reflejado parte del sistema educativo actual en el libro, donde se mata la creatividad y se fomenta la pérdida del alma renacentista. |
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Imprescindible. Actual. Me resultó particularmente interesante el porqué de la eliminación de la familia y la crítica hacia la misma (los humanos se producen artificialmente). El otro concepto fascinante fue el del condicionamiento, en esta utopía / distópia cada quien es “feliz” con lo que le toca, los alfas no quieren ser betas ni los betas alfas. “Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar…” Es cortito, se lee fácil y es en mi opinión muy relevante. Lo que no me gusto es la utilización del “salvaje” como contracara del mundo feliz, no logre empatizar con el personaje, pero bueno eso es muy subjetivo. Buen libro para regalar. |
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En Un mundo feliz de Aldous Huxley sus habitantes son individuos concebidos de manera artificial, no tienen familia y todos reciben un mismo condicionamiento el cual les permitirá vivir por siempre “felices”. Comunidad, Identidad y Estabilidad es el slogan de esta sociedad distópica de seres uniformes programados para realizar funciones específicas, que aman sus obligaciones y el destino social impuesto. La familia, la monogamia y el romanticismo no forman parte de esta sociedad, ni aún la propiedad privada ya que todos pertenecen a todos. Es una sociedad consumista porque de esta manera la industria prospera, se evitan los libros porque ellos evitan gastar. La memoria del pasado daña la felicidad y como consecuencia de esta premisa, se cerraron museos y destruyeron monumentos históricos. Los protagonistas de la primera parte de esta novela, Bernard Marx y Lenina Crowne salen en un viaje el cual está lleno de reflexiones en torno a su sociedad y a la manera en que han sido educados. El encuentro con John el Salvaje y el ingreso de éste al “mundo civilizado” provoca encuentros y desencuentros de personajes con su realidad. Sin embargo, será el mismo John quien también cuestione sobre su existencia en comparación con los habitantes del mundo feliz. Este personaje es único debido a que, en algún punto de su vida, encontró un libro sobre Shakespeare; él continuamente recita versos relacionados con sus pensamientos. En un inicio, no me pareció tan excelente como la distopía de Orwell; no obstante, conforme iba avanzando iba aceptando el modo de vivir en esa sociedad la cual no está tan lejana de la actual: la negación de Dios, el dominio de las máquinas, la negación de la vejez y la verdad, el acondicionamiento de ciertos grupos, la indiferencia ante la muerte, entre otros puntos. Muy recomendable para quienes aman las novelas distópicas y reflexionar acerca del mundo en este siglo XXI.
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Estamos en el año 632 de la era fordiana. La especie humana se rige por los preceptos de un Estado Mundial cuya divisa es "Comunidad, Identidad, Estabilidad". La reproducción del ser humano ya no se produce por parto, sino que mediante un sistema avanzado de clonación denominado "método Bokanovsky", por el cual un óvulo se divide hasta producir noventa y seis seres humanos donde antes se conseguía uno. Progreso, lo llaman. Esos embriones entran en una cadena de producción que no cesará hasta llegar a la edad de bebé. Primero, en la Sala de Predestinación Social, se decide qué posición ocuparán en la rígida pirámide social: la élite Alfa, Beta, Delta, Gamma o los serviles Epsilom. Es una sociedad utópica en la que, como uno de sus líderes afirmará, "la gente es feliz; tiene lo que desea y nunca desea lo que no puede obtener. Está a gusto, a salvo; nunca está enferma; no teme la muerte; ignora la pasión y la vejez; no hay padres ni madres que estorben; no hay esposas ni hijos ni amores excesivamente fuertes. Nuestros hombres están condicionados de modo que apenas pueden obrar de otro modo que como deben obrar. Y si algo marcha mal, siempre queda el soma", refiriéndose a la droga que utilizaban para someter a la población. La historia que se narra en este contexto no tiene mayor relevancia literaria. De hecho, la encuentro un tanto insulsa y repetitiva. El auténtico mérito de Huxley radica en crear esta utopía en 1932. Una utopía que, como sucederá como la orwelliana "1984", resultarán visionarias. + Leer más |
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“Comunidad, identidad, estabilidad”. A Ford pongo por testigo de que no he tomado soma para afirmar que el mundo feliz que nos plantea Aldous Huxley es cualquier cosa menos feliz porque trabajar juntos mediante ideas implantadas de forma artificial en una sociedad donde se han suprimido los sentimientos no es el paradigma de la felicidad. La novela me ha gustado mucho y me ha sorprendido que publicándose en 1932 trata temas muy vigentes en la actualidad. Merecidísima su fama. Ni utilizando el Proceso de Bokanovsky se conseguiría una novela similar porque Un mundo feliz es una de las pioneras entre las distopías y, sobre todo, porque es una GRAN historia. |
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Leí este libro hace años y años y aún hay frases, ideas, que siguen conmigo y que recuerdo de vez en cuando, sin quererlas, cuando veo el mundo en que vivimos. Una lectura relevante y atemporal, que da para reflexionar, para entristecerse y comprender. Huxley adivinó cosas que ya hoy son realidades. Todo el mundo debería sentarse, tomar un café y leer este libro alguna vez. |
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Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Una sociedad futurista donde la gestación de los niños se realiza mediante la ciencia aprovechando la cadena de montaje. Las personas están clasificadas desde la Alfa hasta la Épsilon (humanos inferiores) y usan el condicionamiento y la censura para lograr el conformismo y llegar, así, al ansiado Mundo feliz. . Fue un libro que me puso los pelos de punta. Lo leí en castellano y más tarde en catalán para clase de literatura y nunca dejo de sentir ese miedo inicial cuando lo leí por primera vez. Miedo porque el autor se basó en la realidad de ese entonces (1920-30) y retrató, para mí, una ficción que podría no ser tan ficción. . Ahora bien, como lectura es una pasada. Es todo un clásico y se ha convertido en uno de mis favoritos. Lo recomiendo a quien le llame la atención. |
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Es la historia más extraña que leí en mi vida. Comencé leyendo esta novela con la escueta noción que se trataba de una distopía, qué tanto podría asombrarme después de Le Guin, Lovecraft o una Agustina Bazterrica con su inolvidable denuncia en “Cadáver exquisito”. Si lo hizo fue especialmente por el choque cultural de mi vida en 2020 d.C. y la de Bernard Marx en 1908 d.F., tal y como le ocurrió a John que venía de una reserva de salvajes. El libro “Un mundo feliz” del escritor británico Aldous Huxley versa sobre un futuro lejano en donde se han abolido conceptos tales como familia, monogamia, individualismo, Dios. Los hombres dejamos de ser vivíparos utilizando tecnología reproductiva y cultivando humanos. Descartamos diez pensamientos melancólicos con un gramo de soma, una droga posterior al mezcal y sin sus efectos secundarios. Todo el mundo es feliz, actualmente. Para luchar contra la confusión el poder ha sido centralizado y se han incrementado las prerrogativas del Gobierno. Se induce a amar la tarea asignada, la comunidad a través de la hipnopedia y los Ministerios de Propaganda. Un Estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Desde el mismo momento que se encuentran en un frasco son condicionados a un género, una clase, una ideología que los acompañará hasta su último suspiro. Existe un gran contraste al respecto con nuestro siglo XXI, y resulta de la intensidad del condicionamiento. Cuando una mujer está embarazada (madre, qué obscenidad, se pondría escuchar de Lenina o de cualquier otro) se crean esperanzas de ese feto, cómo será, niño o niña, si será abogado como su padre o arquitecto como su madre, si tendrá hijos y me hará abuela, si será apuesto con cabellos rubios y ojos claros. Hoy se ha puesto en marcha una revolución para eliminar todas esas inducciones a una vida que se considera perfecta en función a discursos verdaderos con efectos específicos de poder, otorgando la posibilidad a las personas de ser y vivir como lo sientan, acorde a sus deseos dentro de un contexto socioeconómico y cultural. En cambio, en la sociedad que nos pinta Huxley se ha suprimido toda brecha de incertidumbre, de confusión, se ha cortado la libertad al punto que unas gotas de más de alcohol puede formarte con una estructura corporal inferior a los de tu clase, puedes nacer estéril, si te sumerges en estados como la soledad, la ira o la tristeza debes inmediatamente emerger olvidándolos mediante una tableta de soma o un sucedáneo de pasión violenta, la gran conciencia de clase Alfa, Beta, Gamma, Delta o Epsilon regula las relaciones con respeto o desprecio, se alaba el comportamiento neumático, los cuerpos esbeltos, eternamente jóvenes e infantiles considerados carnes para satisfacer el erotismo inherente y alimentado desde temprano en el ser humano. Dios es Ford sin su concepto de deidad, Freud sin psicoanálisis. Al igual que Auguste Comte propusieron un orden espiritual alternativo, no por falso sino por complejo. Impusieron el rito de la Orgía Porfía como servicio de solidaridad, admitieron la T como símbolo, prohibieron la biblia por antigua, repartieron soma en lugar de ostias. Entre la ciencia pura y la felicidad, se inclinaron por la segunda en búsqueda de la consagración de la deseada estabilidad. Tres veces por semana entre los trece y los diecisiete años se repitieron el axioma hipnopédico de la ciencia lo es todo, para que ingenieros emocionales como Helmholtz practique una especie de ciencia supervisada por el Interventor Mundial de Europa Occidental, Mustafá Mond. Una ciencia no auténtica que permite tratar con los problemas más inmediatos y rechaza el verdadero progreso científico por considerarlo una amenaza destructora del sistema que creó. Me pregunto qué hubiera pasado si el liberalismo al reemplazar la religión por la ciencia en el siglo XVIII hubiese volcado su lucha en el camino de la felicidad y no el individualismo a fines de alcanzar el bienestar general. Por supuesto que no se llamaría de tal modo la corriente, sobre todo el mundo no sería el mismo ¿Nos encontraríamos en los inicios de un mundo feliz? ¿Vale la pena pagar el precio por el equilibrio y la felicidad? Yo considero que no, como Mr. Salvaje exclamo a los cuatro vientos: ¡Reclamo el derecho a ser desgraciada! + Leer más |
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Es mi distopía favorita y uno de mis libros de cabecera. Más allá de lo adelantado para su tiempo y de las ideas novedosas que planteaba, me gusta la forma que tiene de ponernos al límite, de hacer que dudemos de nuestro sistema de valores y de nuestro orden mundial tan frágil, absurdo y superficial. Crear seres según los puestos de trabajo que necesitemos, suministrar 'soma' para que la gente se evada de su vida.... En fin. Clasicazo imprescindible que recomiendo a todo el mundo.
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Un Mundo Feliz es un clásico bastante impactante. El nuevo mundo de Aldous Huxley es todo lo contrario del mundo que conocemos ahora, un nuevo mundo sintético extraño donde la ciencia en nuestros ojos ya avanzó demasiado ... Como clonar bebés y condicionarlos para formar grandes grupos de gemelos idénticos, condenando a algunos a un trato desfavorable con grandes consecuencias. No existe el matrimonio, la vida familiar, la identidad personal, la libertad de hacer lo que uno quiere. Un Mundo Feliz es una historia controversial, pero no se puede negar que este nuevo mundo fue creado de una forma creativa y que a su manera funciona a la perfección. Algunos pueden pensar que las ideas expresadas en este libro son demasiado ortodoxas, pero aún así recomiendo su lectura.
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Es un libro interesante, entra en la distopía de buena manera y no es extenso. Eso sí, es un libro para prestar atención, no para pasar el rato. Tenes que estar concentrado para leerlo, pero siento que es un libro que todos tenemos que leer en algún momento. Hay parecidos con la realidad, que se aplican a la actualidad, pero no al tiempo cuando este libro fue escrito. Le doy 4/5 porque no lo releería, o al menos no ahora, pero considero que es un libro bueno, mejor que 1984, con un trasfondo interesante y más dinámico que el anteriormente mencionado. Si no te gusta lo distópico, no lo leas porque te vas a aburrir. Si sí te gusta, léelo porque te va a atrapar en algunas partes. |
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Una novela de ciencia ficción que nos trae una distopía sobre un futuro no tan lejano en estos momentos pero sí cuando se escribió. Fue un libro que descubrí sin conocerlo. Estaba en la estantería familiar y comencé a leerlo sin saber qué me iba a encontrar, ya que recuerdo que esa edición no tenía ni sinopsis. Fue increíble introducirme en ese mundo, en esa sociedad, descubrir con horror hacia dónde nos podría conducir todo, saborear la rebeldía que rompe la cadena y, sobre todo, aprender cómo un simple libro puede decir tanto sin decir mucho. Creo que es uno de los mejores libros que he leído por todo lo que implica, por todo lo que nos muestra y por todo lo que transmite. Sin duda, es uno de esos libros que todos debemos leer.
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¡Esto es terror! El de verdad. No necesitamos fantasmas, ni niños saliendo del armario, ni monstruos debajo de la cama. Esta representación de una sociedad “feliz” y perfecta, como un auténtico lobo disfrazado de oveja, una distopía apabullante, nos pone sobre la mesa una visión horripilante de futuro, y no tan a largo plazo. Para ponerse los pelos de punta, ¡Y ojo! ¡Publicada en 1932! En esta novela corta, Aldous Huxley nos explica, a través de unos cuantos personajes encorsetados y ejemplificantes, casi como si fueramos espectadores de una obra de teatro, una sociedad donde el consumo, la satisfacción instantánea y la anulación de toda espontaneidad conforman el pilar donde se sustenta esta píldora ideal, perfectamente cocinada para que todos y cada uno de los ciudadanos se la coma, la busque y la defina como la felicidad, pura y en abundancia. Lo dicho, una distopía tremebunda que te hace pensar en mil cosas, y que aún después de terminar la última página, es inevitable reflexionar sobre muchos de los valores y principios de nuestra sociedad actual. Simplemente no se puede ignorar. Un libro para leer y estudiar, una novela imperdible y obligatoria. Vale la pena correr el riesgo de abrir los ojos a lo que pudiera pasar o está pasando. La importancia de la crítica y la tenencia de la perspectiva, ser consciente de la sociedad de la que formamos parte. Me impacta muchísimo cómo el autor lanzó esta idea al aire con los ojos cerrados y acabó siendo casi un visionario, dotando a su obra del título de una de las mejores distopías de todos los tiempos. Si bien en algunos aspectos me parece que erró y no estoy de acuerdo, en muchos otros, a mi parecer, dio en el clavo. Libro totalmente recomendable y de relectura. + Leer más |
¿Cuántas novelas hay en la serie Harry Potter?