Aquí hay dragones: La historia de La Diana I de Florencia Bonelli
Me coloqué en posición fetal lentamente, frenando cuando el dolor entre las piernas se volvía intolerable, pero continuando pues la necesidad de encogerme era arrolladora. ?¡Mamá!?, la llamé en un hilo de voz. ?¡Mamá!?, repetía. Saberme amada por esa mujer se convirtió en la luz que me guió y que me permitió sobrevivir el peor momento de mi vida..
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