Trilogía de Candleford de Flora Thompson
En lo alto de una loma, rodeada por esos ocres, verdes y blancos, se alzaba la aldea con sus muros de piedra gris apiñados y sus tejados de pizarra, rodeados de árboles frutales, y la oscura línea de los setos de tejo como única nota de color. Vista desde la carretera principal, a un kilómetro y medio de distancia podría parecer un lugar solitario y desolado, mas poseía sus propios ritmos, y de haber podido observarla más de cerca, cualquier forastero se habría detenido a contemplar con interés su intensa actividad propia de una topera.
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