La zapatera prodigiosa de Federico García Lorca
Las manos de mi cariño te están bordando una capa con agremán de alhelíes y con esclavina de agua. Los zapatos que tú hacías, zapatero de mi alma, son estrellas que relucen alrededor de mi cama. La luna es un pozo chico, las rosas no valen nada; lo que valen son tus brazos cuando de noche me abrazan. |