Tempestades de acero de Ernst Jünger
Entre todos los momentos excitantes de la lucha no hay ninguno que lo sea tanto como el encuentro de dos jefes de unidades de asalto entre los estrechos taludes de barro de la posición de combate. Allí no hay vuelta atrás ni hay compasión. Esto lo sabe bien todo el que ha visto en su reino a esos hombres, a los príncipes de la trinchera, hombres de rostros duros, decididos, hombres temerarios, que saltan ágilmente adelante y atrás, hombres de ojos avizores y sedientos de sangre, hombres que están a la altura de su momento y que ningún comunicado cita.
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