Tempestades de acero de Ernst Jünger
¡Un amigo dotado de unas cualidades tan magníficas, con el que durante años había compartido alegrías, tristezas y peligros, un amigo que pocos minutos antes me había gritado una broma, un amigo como aquél había sido matado por un diminuto pedazo de plomo! Me resistía a comprender aquello, mas, por desgracia, era demasiado cierto.
|