Tempestades de acero de Ernst Jünger
[…] la exuberancia de las flores producía allí un efecto más adormecedor y deslumbrante que en ningún otro lugar. Resulta más fácil lanzarse a la batalla desde un paisaje como éste que no desde un muerto y frío paisaje invernal. Incluso al alma sencilla se le impone aquí el presentimiento de que su vida está asentada en una realidad profunda y de que su muerte no es un final.
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