Cumbres borrascosas de Emily Brönte
Se aplicaba, pues, a remediar el mal. Mientras yo planchaba vacía cualquier cosa, Kathy solía leer en voz alta, algún libro interesante. Si Harenton estaba presente, acostumbraba interrumpir la lectura en los pasajes de más emoción. Luego déjame el libro allí mismo, pero él se mantenía terco como una mula, y no picaba el anzuelo.
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