El Oso de Emilio Di Tata Roitberg
Acá las camas no estaban hechas a prueba de motines, y apenas el Oso se subía la estructura oscilaba como un bote, próxima a colapsar; más cuando a Andrés se le daba por evocar a la chica del ombligo, y daba cada suspiro que hacía temblar el empapelado de unicornios.
|