Las confesiones del señor Harrison de Elizabeth Gaskell
El fuego ardía alegremente. Mi mujer acababa de subir a acostar al bebé. Charles estaba sentado delante de mí, bronceado y muy atractivo. Era agradable saber que íbamos a pasar varias semanas juntos, bajo el mismo techo, cosa que no habíamos hecho desde que éramos unos críos.
|