Avión de Eduardo Muslip
...entre nosotros mantenemos cierto tono que no cambió desde la adolescencia, de hecho ella vino a Estados Unidos cuando yo tenía unos dieciocho años, y nuestro lenguaje común creo que sigue siendo el de entonces. Mi hermana, en su modo de hablar, sigue siendo la muchacha bastante pudorosa que se fue de Buenos Aires a los veintipico. No me gusta el lenguaje sexual o las descripciones muy concretas en la literatura, me suena violento, prefiero lo sugerido, no lo explícito, me dijo el otro día cuando hojeó el libro mío de Reinaldo Arenas que llevo en la mochila, y se le vinieron encima oraciones en que la palabra verga y erección se repetían en una misma página, visibles como marcadas por un resaltador. Me dieron ganas de contradecirla: sugerir la erección y no indicarla es tan absurdo como sugerir que tapizaron un sillón o que se descompuso el aire acondicionado.
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