L'Aiglon de Edmond Rostand
Yo era vuestra fortuna, vuestra influencia. Europa os respetaba porque eráis mi guardián ; porque podíais la jaula abrir. ¡Es claro! ¿Qué creíais?... Yo el temor inspiraba. Vos, no. ¡Ya lo veréis!... Una vez muerto el aguilucho, sobra el vigilante. |